Destacados Personajes

Las Molucas conformaron la frontera meridional de los territorios españoles en Asia. A estas lejanas islas llegaban soldados para sostener uno de los frentes de guerra más complicados del imperio hispano. A las duras condiciones de las islas (clima tropical, escasez de recursos militares, falta de alimentos) había que añadir un doble enemigo (neerlandés y ternate) situado a escasos kilómetros de distancia. Todo esto hacia que las Molucas fueran un destino solo de ida (pocos fueron los afortunados en regresar a Manila y comenzar una nueva etapa en alguna provincia filipina o embarcarse de regreso a Nueva España). Sirva el siguiente apartado para dar a conocer a destacados personajes con una intachable hoja de servicios, pero que a día de hoy, su vida permanece anónima y en el olvido.

JUAN de ESPINOSA Y ZAYAS

De explorador del Pacífico a jefe militar en las Molucas


Desde el establecimiento español en Filipinas, la gran mayoría de los españoles llegados a las Molucas lo hicieron a través del galeón de Manila: embarcados en Acapulco llegaban al puerto de Cavite, para meses después vía Panay, alcanzar las islas de Ternate y Tidore. Este fue el camino de todos los integrantes de la expedición de conquista de Ternate de 1606. Sin embargo hubo algún soldado como Juan de Espinosa y Zayas que lo hizo a través de una nueva y hasta ese momento inédita travesía.


En 1607, los españoles asentados en las Molucas vieron con asombro la llegada de dos barcos procedentes del Perú: salidos en diciembre de 1605 del puerto del Callao, al mando de Luis Váez de Torres, tras circunnavegar por primera vez el sur de Nueva Guinea (y comprobar que era una isla), avistar la futura Australia por el estrecho que sería bautizado con su nombre (estrecho de Torres) lograron llegar a Ternate donde se encontraron a los españoles que un año antes había tomado la capital de la isla. Aunque Váez de Torres prosiguió la navegación a Manila, algunos de los integrantes de la expedición se quedaron sirviendo en las Molucas. Uno de ellos fue Juan de Espinosa y Zayas, llegado a Ternate con 37 años, natural de Ecija, «de buena estatura, barba castaña clara, con una señal de herida encima de la ceja izquierda» con ocho años de servicios en plazas de Italia y Chipre: desde 1600 se integró como álferez en la flota de don Pedro de Toledo y Leyva, marqués de Mancera, que primero hacia el Mediterráneo Oriental fue en busca de una flota turca, en los años siguientes participó en el fallido intento de toma de Argel de Juan Andrea Doria (1601). De regreso a Nápoles sirvió en Lombardia, antes de embarcarse en 1604 hacía América, donde se alistó como entretenido en la expedición en búsqueda de la "Tierra Austral" de Pedro Fernández de Quirós. La travesía del Pacífico no significó el fin de su servicio.


La falta de efectivos a un año de la conquista de Ternate (debido a la alta mortalidad por enfermedad) hizo que Juan de Esquibel, el primer gobernador de las Molucas, pidiese a Juan de Espinosa que se quedase a servir en el fuerte de Nª Sª del Rosario para ocupar la vacante de la plaza de ayudante de sargento mayor. Tras servir un año en la capital española de las Molucas fue nombrado capitán de las galeras de las islas. En 1609 como cabo de galera comandó una flota de ayuda a la isla de Bachan en respuesta al ataque holandés sobre la guarnición española que defendía la isla. También navegó (con 50 soldados) hasta las proximidades del fuerte Malayo para hundir una nave holandesa (llamada Mozambique) fondeada en las proximidades. Espinosa fue uno de los 20 soldados que desembarcó en el Mozambique, para pelear y conseguir quemarla.


En 1611 tuvo un papel destacado en la expedición que el gobernador Juan de Silva dirigió contra las poblaciones rebeldes de la costa de Halmahera. Juan de Silva le nombró jefe de una fuerza especial de 25 arcabuceros encargados de iniciar el asalto. No fue fácil, hubo que atravesar un río e iniciar la escalada sobre el baluarte bajo la artillería enemiga. Conseguido afianzarse en un lugar cerca de la muralla, sus arcabuces debían dar cobertura de artillería para que un cuerpo de piqueros pudiera continuar el asalto. Después de la conquista de Sabugo (norte de Halmahera) fue nombrado jefe del fuerte principal (Benteng Sabuga) y responsable de poblar y pacificar la región cercana. Tras servir en el complicado escenario de Halmahera fue trasladado a Tidore, donde se ganó la confianza del sultán de la isla. Su prestigio hizo que en 1615 fue enviado como embajador a Macasar (Ujang Padang) para negociar y confirmar la alianza con el sultanato del sur de Sulawesi.


Finalmente sus servicios en las Molucas fueron recompensados. En 1618 lo encontramos como vecino de Manila optando a la concesión de una encomienda en Bongol (provincia de Pintados). Pudo casarse con Leonor de Velasco, hija del capitán Luis de Velasco, uno de los primeros pobladores de Filipinas. Su petición de encomienda fue finalmente concedida. En este caso, sí hubo final feliz para un soldado veterano de las Molucas.

Archivo General de Indias, FILIPINAS,47,N.11. Confirmación de encomienda de Bongol.

FRANCISCO HERNÁNDEZ

Patente de Corso en el sur de Indonesia


Los españoles de las Molucas no se limitaron a defender los fuertes y las posiciones conseguidas. Dotados de buenas embarcaciones pudieron navegar al sur de las islas, visitando islas y territorios hasta entonces raramente visitados por los españoles. Uno de estos ejemplos es el capitán Francisco Fernández.

Llegó a las Molucas en 1606 integrando la expedición de conquista. Durante varias décadas desempeño diversos cargos militares, ascendiendo desde soldado, hasta sargento, alférez, ayudante de sargento mayor, y llegar finalmente a ser capitán de infantería española de una de las compañías de las Molucas. Es decir, pasó por todos los puestos militares de las Molucas.

En 1625, estando al mando del fuerte del Rume de Tidore, el gobernador Pedro de Heredia le nombró cabo de la galera capitana San Juan Bautista para que navegase a las islas de Salayar (Pulau Selayar) al sur de Sulawesi con un doble objetivo: atacar a los pueblos aliados de la VOC y capturar esclavos que ayudasen a cubrir las plazas de remeros de la galera. Durante este viaje también visitó la isla de Solor, donde los holandeses habían expulsados a los portugueses de la isla para fundar el fuerte Henricus. Los tripulantes de la galera desembarcaron en la isla y atacaron algunas de sus poblaciones (aliadas con los holandeses). El capitán holandés del fuerte Henricus aprovechó la escala de Francisco Hernández para desertar y unirse a las fuerzas españolas.

En 1638 al mando también de una galera volvió a visitar el sur de Sulawesi, esta vez cerca de la isla de Bouton, buscando atacar por sorpresa alguna de las embarcaciones holandeses que navegaban entre Ambon y Batavia. A su regreso fue el encargado de deponer del trono de Tidore al sultán Borontalo. Francisco Hernández fue el responsable de la misión. Su historial de más de 30 años en las Molucas le hizo protagonizar muchos de los hechos más destacados de la historia españolas en el sur de Asia (ataques sobre el fuerte Malayo, combates navales a la entrada del socorro del Maluco, fortificaciones de San Lucas del Rume y Santa Lucia de Calamata, expediciones sobre Manado,...). No fue casualidad que cuando los rebeldes tidores pidieron colaboración militar a la VOC para expulsar a los españoles de la isla, la condición previa impuesta por los holandeses fue que le trajesen la cabeza del sargento Francisco Hernández.

AGI, FILIPINAS,41,N.38. Petición de encomienda de Francisco Hernández; FILIPINAS,51,N.6. Confirmación de encomienda de Bondo

BERNABé DE LA PLAZA

EL materreyes de las Molucas

1639 fue un año convulso en Tidore. La llegada de un nuevo sultán al trono de Tidore, operación organizada por el gobernador Pedro de Heredia ante sus malas relaciones con el sultán anterior, no resultó como se esperaba. El nuevo sultán, Borontalo, una vez en el trono, se alejó de España, buscando llegar a acuerdos con su tradicional rival de Ternate, para entre ambos, intentar expulsar a los españoles de las Molucas.

Desde Manila los sucesos no pasaron desapercibidos. Se acusó al gobernador Heredia de extralimitarse en sus funciones, y se ordenó al nuevo gobernador, Pedro de Mendiola, que restituyese en el trono de Tidore a la antigua linea dinástica. El cambio no iba a ser fácil, el nuevo sultán desde su capital contaba con su fuerte en buen estado de defensa (actual Benteng Torre) .

La operación debía ser rápida y discreta. Desde el fuerte del Rosario de Ternate se pidieron voluntarios para llevar acabo el plan: enviar una pequeña embajada a Tidore y solicitar una audiencia con el sultán. El momento de entregar el regalo protocolario tenía que ser aprovechado para dar muerte al soberano de Tidore. Ocho fueron los voluntarios que formaron la comitiva. Al mando del sargento mayor Francisco Hernández salieron de Ternate el 10 de agosto de 1639 en una galera para llegar al día siguiente a SoaSiu, la capital de Tidore. Recibidos en la residencia real, se encontraron al sultán protegido por una escolta de 30 guardas. Las dos comitivas se sentaron, una frente a otra, en formación de medialuna. En el momento acordado, cuando Bernabé de la Plaza se acercó al sultán para hacerle entrega del regalo (unos polvos) no dudó. Aprovechó la cercanía para asestarle, de forma rápida, varias puñaladas en el pecho. El resto de los españoles, según lo convenido previamente, hicieron lo mismo con los escolta del sultán. En la lucha murieron cuatro personas: el sultán, dos escoltas (uno de ellos muerto por el sargento mayor Francisco Fernández con dos estocadas al intentar atacar con un kris la espalda de Bernabé de la Plaza) y un soldado español.

Tras el suceso, los españoles regresaron andando a la galera que los había traído a Tidore. No hizo falta la intervención de la guarnición de la cercana fortaleza de Santiago de los Caballeros. Muchos de los ciudadanos de la capital tidore no eran partidarios del sultán Borontalo (no aprobaban su distanciamiento de España y su acercamiento a la VOC). A esta tranquila salida ayudó en gran parte el plan previo de Borontalo: matar al sargento Francisco Hernández, ya que para hacerlo sin levantar sospechas de los españoles había ordenado a toda su población que durante la visita española permaneciese recluida en sus casas.

Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la Llave, cronista de la misma Provincia.

Archivo General de Indias, FILIPINAS, 2, N. 51. Consulta sobre asesinato del rey de Tidore

Pedro de Heredia

El eterno gobernador de las Molucas

Pedro de Heredia fue el gobernador que más tiempo estuvo a cargo de las Molucas. Entre los años 1623 y 1636 ocupó el máximo puesto de mando del sur de Filipinas, a los que además deberíamos añadir todos sus años de servicio previo en otros puestos inferiores (sumando casi tres décadas de servicio en estas islas).

Llegó a Filipinas después de 12 años de servicio en Italia y Flandes, integrando, como alférez, la expedición que logró la conquista de Ternate en 1606.

Como hemos dicho, antes de ser nombrado como gobernador ejerció diversos cargos en las islas. Primero como capitán de infantería y luego como cabo de las galeras de las islas. Entre sus primeros méritos fue la captura del gobernador holandés Pablo Blancaerden, junto a los 80 soldados que integraban la tripulación del barco capturado cerca de la isla de Bachan. En 1608 fue nombrado sargento mayor de las Molucas, y en 1611, Juan de Silva le designó almirante de la expedición que en 1611 se envió desde Manila a Ternate para intentar expulsar a los holandeses de las isla.

Después de unos años en Filipinas a cargo de la provincias de Cagayan y Pintados, en 1619 fue el elegido para viajar a España con el objetivo de informar de la situación militar de Filipinas y las Molucas. Regresó con su nombramiento como nuevo gobernador de las Molucas, con la promesa de dotarle, mediante futuras expediciones, de 8 galeras y 600 soldados con los que podría conseguir el objetivo de la expulsión de los holandeses del territorio (promesa que nunca se cumplió).

Tras más de una década en el cargo, por enfermedad, regresó en 1636 a Manila, para fallecer un año después: el 5 de noviembre de 1637 sin herederos (su único hijo, soldado, había muerto en servicio en las Molucas), dejando una herencia (valorada en 500.000 pesos) para obras pías. También donó a la cofradía de Nª Sª del Rosario de Ternate, un anillo y un diamante valorado en 1.200 pesos, para el dedo de la virgen. Esta inmensa fortuna, acumulada durante sus años de gobierno en las Molucas e imposible de alcanzar con su sueldo de 3.000 pesos anuales como gobernador, nos pone en relación con la puesta en marcha por parte del gobernador de una amplia red comercial al margen de las vías oficiales. Pedro de Heredia dispondría de sus propios barcos y más de 50 personas a sueldo para comerciar con el clavo de las Molucas y la macis y la nuez moscada de las islas Banda. Su mercado de venta no estaría en Manila, si no que se enfocaría en los comerciantes asiáticos que acudían vía Java y Macasar a las islas de las especias. Toda una red comercial extraoficial , al margen de la contabilidad y la hacienda de las islas.

Esta fortuna también le sirvió para ayudar a las ordenes religiosas presentes en Ternate, en 1626, Pedro de Heredia y su mujer Francisca de Guzmán, financiaron la reconstrucción del convento franciscano de San Antonio sustituyendo su vieja estructura de madera (vieja y podrida que obligaba a continuas reparaciones) y su techo vegetal de nipa (con goteras que caían sobre el altar y los ornamentos de la iglesia) por una nueva construcción en piedra y cal, con una cubierta de tejas.

Macis

Nuez Moscada

Pedro de mendiola

De Constantinopla a Ternate

Gobernador de las Molucas, su trayectoria militar es un buen ejemplo de las personas que ocuparon puestos de responsabilidad en las fuertes de las especias.

El puesto de gobernador de las Molucas no era un destino cualquiera. Por nombramiento desde España a través de cédula real (aunque en ocasiones debido a las largas distancias eran nombrados de forma interina) recaían en personas con una meritoria hoja de servicios en los diferentes frentes de batalla europeos.

Los más de 40 años de servicio de Pedro Muñoz de Carmona y Mendiola se iniciaron en Orán donde sirvió como soldado durante más de 8 años (1607-1615). Tras un paso de servicio en las galeras, en 1618 pasó a Napolés, desde donde sirvió en una escuadra de galeras, que navegó hasta el Líbano (llegando a asaltar el castillo de Torón, en el interior, en la ruta hacia Damasco, actual Tebnine) paso previo de una misión al canal de Constantinopla donde pudieron capturar pequeñas embarcaciones y hasta a un galeón otomano. Se incorporó a la flota de Octavio de Aragón que, usando señas otomanas, consiguió bombardear la antigua Constantinopla e imponerse y capturar la flota que le salió al encuentro en la isla griega de Léucade (Lefkada).

Tras sus servicios cerca de La Sublime Puerta. Después de tres años en Napolés y en el Mediterranéo Oriental, regresó en 1621 a España. No permaneció mucho tiempo, ya que en Cuenca se alistó como álferez para emprender un nuevo destino en Italia. Embarcado en Cartagena, navegó hasta Milan donde permaneció dos años. De Lombardía pasó a Flandes donde ingresó dentro del tercio del maestro de campo Juan Niño de Távora, con quien participó en el sitio de Breda. De regreso a España siguió a sus superior en su nuevo destino como gobernador de Filipinas en calidad de capitán de infantería.

Tras el paso por Nueva España, y llegar a Manila en 1626, en Filipinas ya como sargento mayor fue el encargado de conducir una flota para defender los intereses ibéricos en Macao (el puerto portugués era amenazado por la cercana presencia de barcos holandeses). En 1630 fue designado como máximo responsable militar del puerto de Cavite. Su próximo destino fue las Molucas al ser nombrado como gobernador de Ternate en 1636. Tras su servicio de tres años en las islas regresó a Manila. En el capital filipinas desempeñó varios cargos, entre ellos el de alcalde ordinario de la ciudad y castellano y máxima autoridad el puerto de Cavite, además de poder disfrutar de la concesión de una encomienda.

AGI,FILIPINAS,193,N.12, Resúmenes de méritos y servicios de Pedro Muñoz de Carmona y Mendiola


Oran

Tebnine

Estambul

Léucade

Breda

Ternate

Lorenzo de olaso Achotegui

Del norte de África al norte de las Molucas

Nacido en Bergara, tras curtirse como soldado en el norte de África (participó en 1614 la toma de la Mámora (Medhia), sirvió como alférez en la guerra de Flandes, donde llegó a ser un destacado capitán que tuvo bajo su mando hasta ocho compañías durante el sitio de Breda de 1625 (fue herido de un mosquetazo en uno de los asaltos). Después de servir en África y Europa su siguiente destino fue América esta vez como capitán y sargento mayor de la «armada de la mar del sur» (la flota de guerra asociada a la defensa del virreinato de Perú).

Finalmente ,en 1626, llegó Filipinas como persona de confianza del nuevo gobernador Juan Niño de Távora con quien coincidió en el sitio de Breda. Su primer cargo en Manila fue «maestre de campo de las islas Filipinas»: la máxima autoridad militar de Filipinas después del gobernador. Por ello debió asumir el gobierno militar de Filipinas de forma interina, tras la muerte de Távora y hasta la llegada del siguiente gobernador Juan Cerezo de Salamanca.

Su compromiso militar (rechazó una licencia concedida por el rey para su regreso a España, debido a la complicada situación en Filipinas) hizo que gobernador Hurtado de Corcuera le destinase al gobierno de las Molucas (1644-1648) para tratar de combatir la presencia una gran flota holandesa que amenazaba las posiciones españolas en las islas. Fue el encargado de conducir el socorro de 1643, logrando salvar la oposición de cuatro barcos holandeses a la entrada de Ternate.

AGI, FILIPINAS,85,N.98. Papeles de méritos y servicios del maestrescuela Juan de Olaso y Achotegui; AGI, INDIFERENTE,161,N.574. MÉRITOS: Lorenzo de Olaso

Pedro de almonte verástegui

De Cuba a Inglaterra, de Chile a Manila y cinco viajes en seis años a las Molucas

Natural de Sevilla y curtido en la defensa del sur de España (defendió Cádiz en el ataque anglo-holandés de 1625 «socorriendo el castillo por cinco veces»). Un año después de embarcó hacía América desempeñando el cargo de alferez en La Habana. El gobernador de Cuba, valorando sus servicios, le envío a España para llevar un aviso a la Corte, pero antes de llegar tuvo que hacer frente a una flota inglesa, sin poder evitar ser llevado preso a Inglaterra. Tras su liberación su siguiente destino fue Perú, esta vez como capitán de infantería, llegando a servir en Chile. Con el mismo puesto se trasladó a Nueva España, paso previo a su destino final en Filipinas. Llegado como capitán en 1633, estuvo poco en Manila, puesto que tuvo que viajar a Ternate para hacerse cargo de uno de los puestos clave para la defensa de las islas: cabo de galeras de las Molucas. En 1634 fue designado para capitanear uno de los galeones que integraban el socorro de ese año. En 1636 lo encontramos integrando la flota, esta vez al mando de un patache, desde el cual hizo frente con gran valor al ataque contra un galeón holandés a la entrada de Ternate. Sus méritos fueron reconocidos y en 1637 fue nombrado como almirante del socorro de ese año. Al llegar a destino, participó, desde el barco, en el ataque de artillería sobre el fuerte Malayo. En 1638, repitió como almirante del socorro, en el que fue su quinto socorro a las Molucas (cinco viajes a las Molucas en un periodo de seis años 1633-1639)

Tras Ternate participó en la pacificación de Mindanao. Por la muerte del gobernador de Zamboanga, tuvo que ocupar su lugar, siendo una de los militares españoles más destacados en la guerra de Mindanao y Joló. Del sur de Filipinas, regresó a Manila desempeñando el puesto de gobernador de la punta de Cavite. En 1642 acudió en busca de la flota holandesa que dispuesta en el embocadero de San Bernardino espera la captura de galeón de Acapulco. Finalmente su largo servicio militar fue recompensando en 1646 con la concesión del habito de Santiago y en 1649 de una encomienda cerca de Manila.

Archivo General Indias, FILIPINAS,2,N.71. fols. 1-5. Consulta sobre concesión de hábito a Pedro de Almonte y Verastegui.

Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO,Exp.281. Almonte y Verastegui, Pedro de

Defensa de Cadiz ante los ingleses, Francisco de Zurbarán, Museo del Prado

Antonio de Santa ana

El mártir de Tagolanda

Nacido en la localidad cacereña de Pasarón de la Vera ingresó pronto en el convento franciscano de Nuestra Señora de los Angeles de Cerralvo en Salamanca. En 1602, con 20 años hizo su profesión solemne y tras una estancia en Salamanca, fue en Medina del Campo donde respondió a la llamada franciscana de formar parte de una pequeño grupo de misioneros para Filipinas que integró la expedición del nuevo gobernador de Filipinas Juan de Silva que salió de España en 1608 para llegar a Filipinas en 1609.

Su vocación misionera era muy fuerte. Estando en Guam (las futuras Marianas), importante escala de los galeones que cubrían el trayecto entre Acapulco y Manila, quiso desembarcar para iniciar una nueva evangelización. Sus compañeros de orden se lo impidieron (las islas tendrán que esperar a la llegada del jesuita Diego Luis de San Vitores casi 60 después, en 1668)

Su llegada a Ternate fue accidentada ya que su embarcación fue apresada por los holandeses a la entrada de las Molucas. Sin embargo la captura del gobernador holandés de las Molucas, Pablo Blancaerdem por parte de una galera española posibilitó un intercambio de presos posterior, gracias al cual el franciscano fue liberado, pasando a residir en el hospital franciscano de Ternate. Poco duró su estancia en la isla, ya que se embarcó destino al norte de Sulawesi para intentar llevar a cabo sus primeras conversiones.

En Sulawesi fue capturado por el cacique de la isla de Tagolanda (pequeña isla del norte, islamizada, conocida por su alianza con la VOC y su gran enemistad por España). LLevado a la isla fue objeto de martirio por parte de las mujeres. Encadenado, fue arrastrado por toda la población principal, para después ser desnudado y llevado a la playa donde el grupo de mujeres, en medio de bailes locales, lo apuñaló hasta la muerte. Decapitado, su cabeza fue izada en la playa, y el cuerpo echado al mar.

Los españoles no se olvidaron de los hechos, en los años posteriores la isla sufrió varios ataques por parte de embarcaciones españolas que cubrían la ruta entre Ternate y Manados.

Juan de San Antonio, Franciscos descalzos en Castilla la Vieja: chronica de la Santa provincia de San Pablo de la mas estrecha regular observancia de N.S.P.S. Francisco, tomo II., la Oficina de la Viuda de Juan García Infanzón, Madrid, 1729

Antonio flores

El fraile guerrero. De Lepanto a Ternate.

Nacido en Extremadura, soldado en Flandes, veterano de Lepanto y con más de 20 años preso en las cárceles otomanas, consiguió escaparse para llegar a Filipinas. En Manila decidió ingresar en la orden agustina como hermano lego, aunque ello no hizo que dejara de ayudar militarmente en los acontecimientos más importantes acaecidos en las islas. Antonio Flores fue conocido por su destacado papel para sofocar la revuelta del parián chino de Manila de 1603. Gracias a su labor se pudo sofocar una revuelta que a punto estuvo de apoderarse de la capital española de Filipinas.

Desde un barco, apostado en uno de los manglares de acceso al puerto de Manila, por el que pasaban todas las embarcaciones enemigas, con dos arcabuces y 400 balas, desde las 5 de la mañana hasta las 6 de la tarde, mató a más de 600 chinos

«A éste [Antonio Flores], pues, ordenó el Gobernador que con la galeota del Convento discurriese por el río, peleando contra los navíos y champanes Sangleyes. Una noche, habiéndo desfondado más de doscientes bajeles, quemado algunos mayores y anegado otros, se quedó en medio del río Pasig, en asechanza de los escuadrones Sangleyes...y fray Antonio se volvió a su Convento, donde se proveyó de comida y harina para su galeota. LLevó para sí dos arcabuces y puso su navío en un estero que forma el río que pasa junto a la muralla de Manila, entre ciertos manglanares; allí se emboscó fray Antonio, haciendo discurso o sabiendo que era forzoso el pasar los Sangleyes por aquella parte, por ser la más angosta del río y la más cercana a la muralla. No le engañó su juicio, porque de muy mañana llegaron, y desde la primera luz de ella hasta muy tarde anduvieron pasando en grande multitud. Había el fraile echado en dos bolsas más de cuatrocientas balas, y desde antes de las cinco, al alba, hasta las seis de la tarde peleó con los dos arcabuces, refrescándolos con vinagre. Nunca los disparó sino a tropa de los Sangleyes, de veinte o treinta hombres, por no hacer tiro vano. En cada uno echaba dos y tres balas. Túvose por cierto que é sólol mató aquel día más de seiscientos bárbaros»

Leonardo B. de Argensola, Conquista de las Malucas


Tres años después integró la expedición de conquista de Ternate, participando en el asalto de la capital donde volvió a destacar entre los soldados españoles. En las Molucas permaneció hasta su muerte, compaginando sus labores religiosas con las militares. En 1607, encontramos al fraile agustino como cabo de las galeras de las Molucas, participando en la toma posterior de Gilolo.

Gaspar de San Agustín nos informa de su muerte en 1622 en las Molucas:


«En una de las islas del Maluco mataron los moros al hermano Fr Antonio de Flores de cuyo valor se dijo tanto en la primera parte…la causa de haberles dado muerte los moros fue porque les aferra los errores de su falsa secta y les predicaba la luz de la verdad»


San Agustín, Gaspar de, Conquistas de las islas Filipinas: la temporal, por las armas del señor don Phelipe Segundo el Prudente; y la espiritval, por los religiosos del orden de nuestro padre San Augustin: fvndacion, y progressos de sv provincia del santissimo nombre de Jesus, Parte Segunda, Madrid, Imprenta de Rviz de Mvrga, 1698 (editada en Valladolid por Casimiro Diaz, Imprenta de Luis N. de Gaviria, 1890).