Batallas navales

Las Molucas fueron escenario de grandes batallas navales entre barcos españoles y neerlandeses. Todos los años entre 1606 y 1651 las flota española, cargada de recursos, procedente de Manila tenía que superar la oposición de una flota holandesa que esperaba su llegada para infligir el máximo daño posible a su rival europeo, y, si era posible, hacerse con los recursos destinados a reforzar los fuertes de su enemigo.

El encuentro era uno de los momentos claves del año en las islas, ya que el resultado determinaba en parte el curso de los acontecimientos de los meses posteriores. En una mala llegada todos los recursos destinados a reforzar tus fuerzas podían acabar ayudando a incrementar el poder de tu enemigo. Por eso, antes de partir de Cavite, los gobernadores españoles de Filipinas ordenaban al almirante de la flota que antes de que los barcos pudiesen ser atrapados por los enemigos, era mejor hundirlos aún perdiendo todos lo recursos que en ellos se transportasen.

Los españoles contaban con el mejor puerto de Tidore (el Rume) mientras que los holandeses dominaban el mejor puerto de Ternate (Talangame). La capital española de las Molucas, Nª Sª del Rosario, disponía un puerto de poca profundidad por lo que los españoles solo podían utilizarlo para pequeñas embarcaciones.

La principal táctica hispana era asegurar la flota en el puerto del Rume, para desde allí trasladar los recursos al resto de fuertes, debidamente escoltados por la una o dos galeras que siempre estaban en las Molucas.

La galera era la embarcación más efectiva para estas aguas, ya que gracias a la fuerza de sus remeros se podía contrarresta de forma efectiva los cambiantes vientos de las islas. La galera podía aproximarse rápidamente a escoltar a las embarcaciones españoles o dirigirse contra los barcos enemigos que amenazaban a los barcos españoles. Su lado negativo era la dificultad en mantener a toda la «chusma» (así era llamada el cuerpo de remeros formada por esclavos y presos que se encargaban de mover la galera). La dureza del trabajo, la falta de alimentos y el clima ecuatorial provocaron una alta mortalidad. Muchas veces la galera no podía ser utilizada por falta de remeros.

Rijksmuseum, Combate entre barco holandés y galeras esapañolas., 3 Octubre, 1602, Hendrik Cornelisz. Vroom, 1617.


Las flotas españolas a su llegada a las Molucas pusieron en marcha diferentes estrategias para superar la oposición de la flota holandesa que todos los años esperaba su llegada a la entrada del canal marítimo entre Ternate y Tidore. Revisando las casi 60 llegadas documentadas, podemos distinguir las siguientes estrategias para superar la oposición enemiga a la entrada de las Molucas.

1- Ataque directo:

Cuando el socorro español era de garantías, es decir contaba con galeones, la orden era de enfrentar directamente con la escuadra enemiga. Es el origen de grandes combates navales en la costa de Ternate, algunos de ellos de más de un día de duración.

2- Distracción

Ante la inferioridad militar (la mayoría de las ocasiones) el mejor barco español debía atraer la atención enemiga, para que el resto de embarcaciones pudiese dirigirse a los diferentes puertos de las islas (el puerto de Nª Sª del Rosario para embarcaciones de poco porte, y el puerto del Rume en Tidore para el resto de la flota).

3-Dispersión

Si la inferioridad era manifiesta la estrategia era separarse y navegar hacía los diferentes puertos de Ternate y Tidore, o incluso hacia otras islas de las Molucas. Algunos barcos llegaban a Ternate tras estar varios días navegando por las isla de Motir o Bachan.

4- Ocultación

La flota tomaba puerto en la isla de Siao, donde descargaba los recursos traídos desde Filipinas para que, poco a poco, en pequeñas embarcaciones llevarlos a los fuertes españoles de las Molucas. Esta operación podía tardar meses en ser completada. La ventaja era que gracias al uso de pequeños barcos, éstos podían navegar por la noche y llegar directamente al puerto de la capital española de Ternate sin ser detectados por los galeones neerlandeses.

EL socorro de 1611: la segunda conquista

A los cinco años de la conquista de Ternate, las aguas de las Molucas vuelven a ver a una gran flota de guerra española. El responsable fue el gobernador de Filipinas, Juan de Silva, quien, envalentonado tras su famosa victoria naval en la 1ª batalla de Playa Honda de 1610 (donde venció a una flota holandesa que llevaba cinco meses bloqueando el tráfico comercial de la bahía de Manila) decidió comandar una expedición para intentar expulsar a los holandeses de las Molucas.

El gobernador logró reunir una flota de 2000 personas (obligó a todos las personas sin cargo oficial en la región de Manila a integrarse en ella bajo pena de cuatro años de servicio en las galeras de las Molucas) y casi 20 barcos que desembarcó en el puerto de Talangame de Ternate el 30 de abril de 1611. Por primera vez, este puerto, el mejor de la isla, quedó bajo poder español. Las siguientes semanas fueron clave: Juan de Silva dudó en acometer un asalto sobre el cercano fuerte Malayo. Finalmente, tras dos meses, ante la probable llegada de una gran flota holandesa desde el sur, y tras comprobar que los ternates ya no reconocían al sultán Zayde (a quien trajo desde Manila pensando que al verle sus antiguos súbditos romperían su alianza con Holanda) decidió cambiar de estrategia y comandó un ataque sobre la cercana costa de Halmahera (lugar desde donde se proveían de recursos los holandeses del fuerte Malayo). Tras conseguir, con gran dificultad, la toma de las plazas de Gilolo y Sabugo, el gobernador volvió a Filipinas, sabiendo que para lograr su objetivo de expulsar a los holandeses de las Molucas iba a necesitar, por lo menos, doblar los recursos de los que disponía (lo intentó cinco años más tarde uniendo sus fuerzas con las portugueses de la India y Malaca, aunque fracasó en la campaña ibérica de Singapur de 1616). El gobernador murió por enfermedad en Malaca (su cuerpo, embalsamado, fue trasladado a su localidad natal de Jerez de los Caballeros),

EL socorro de 1632: el inicio de una nueva fase

La flota formada por el galeón San Luis y los pataches (San Juan y San Francisco) tuvo que hacer frente a una flota holandesa que había navegado hasta el norte de Ternate para intentar sorprender a los barcos españoles. El galeón español, al mando de Jerónimo Somonte, no rehusó el combate con el principal galeón enemigo, peleando desde el amanecer hasta las cuatro de la tarde. Después de 10 horas de intercambio de artillería, un cañonazo español impactó finalmente sobre un barril de pólvora enemigo incendiando su popa y provocando su retirada.

Después de muchas años de pérdidas y de inferioridad naval, los españoles lograron cambiar la dinámica marítima en las Molucas. La incorporación de galeones acompañando a las naves usadas tradicionalmente en la flota (pataches y champanes de carga) fue clave para este cambio.

Riksmuseum, Batalla de Gibraltar en 1607, Cornelis Claesz. van Wieringen, c. 1621

LA BATALLA DE 1633: choque entre galeones

Este año marca el comienzo de una serie de batallas navales en la entrada de las Molucas. La decisión de Manila de que el socorro español estuvieses integrando siempre con galeones (y no solo por pataches) hizo que a la entrada de Ternate la flota española atacara a la defensa holandesa. Este año el galeón San Juan que comandaba la flota de tres barcos, al mando Jerónimo Somonte fue directo contra la capitana enemiga (los otros barcos por la falta de vientos no pudieron sumarse al combate).

Jerónimo de Somonte embistió y combatió durante más de 4 horas. El barco holandés tras sumar más de 30 muertos (incluyendo el piloto y el capitán) y varias decenas de heridos, intentó la retirada. El barco español le siguió hasta llegar a la altura del fuerte Malayo, donde consiguió rendir a los supervivientes que quedaban. La maniobra fue quizá demasiado atrevida, ya que al situarse a tiro de la artillería del fuerte Malayo, Jerónimo de Somonte recibió una grave herida (aunque sobrevivió). El combate también dejó más de 22 muertos en el lado español.

Rijksmuseum, Jan van der Heyden, 1690 - 1735

LA BATALLA DE 1634: continuan los grandes combates

El gobernador de Filipinas, Cerezo de Salamanca, llegado el año anterior, decidió reforzar la iniciado dos años atrás: a partir de ese momento dos galeones de guerra integrarían la flota hacia las Molucas. Es el inicio de una nueva fase donde los españoles llevarían la iniciativa en los enfrentamientos navales a la llegada del socorro del Maluco.

Jerónimo de Somonte (sí, otra vez, en su tercer socorro consecutivo), al mando del galeón capitana San Juan Bautista, fue secundado por Pedro de Almonte y Verástegui, al mando de la almiranta Santa María Magdalena (en el primero de sus cinco socorros). La flota con un tercer barco estuvo integrada por más de 250 soldados (una gran suma para los fuertes de las Molucas).

A la entrada, frente a la costa de Halmahera, la capitana se enfrentó con el principal barco holandés (llamado Tholen). El combate duró desde el alba hasta el mediodía, cuando el barco de la VOC, muy dañado y con casi 30 muertos, tuvo que emprender la retirada hacia el fuerte Malayo. Por parte española, fueron 10 bajas, entre ellas la del piloto, muy lamentada ya que fue la causa de dejar escapar el barco enemigo.

Rijksmuseum, Schepen bij storm, Pieter Schenk (I), after Ludolf Bakhuysen, 1675 - 1711.

LA BATALLA DE 1636: el mayor enfrentamiento naval visto en las molucas

El nuevo gobernador de Manila, Sebastián Hurtado de Corcuera, veterano de Flandes (estuvo como capitán en el asedio de Breda), armó una gran flota compuesta por 2 galeones, 2 pataches y 1 champan. Este año, los holandeses no salieron a recibir a la flota española, y esperaron a que los barcos iniciaran sus labores de descarga para aproximarse con dos galeones.

Los dos galeones de cada bando se emparejaron para iniciar el mayor enfrentamiento naval visto hasta el momento. La capitana española, pese a sufrir un incendio por el alcance de la artillería enemiga, pudo resistir el ataque y obligar al enemigo a retirarse al fuerte Malayo. Al igual que hizo la almiranta, que logró resistir el ataque de su contrario. Los galeones españoles, todavía muy cargados con lo traído de Filipinas, no pudieron perseguir la retirada enemiga.

Los galeones españoles, conocedores este año de su superioridad militar, antes de emprender la vuelta a Manila, permanecieron 24 horas a una legua del puerto de Malayo, invitando a entablar batalla. Pero los holandeses rehusaron la invitación, por lo que los dos galeones emprendieron la navegación de vuelta a Filipinas.

Rijksmuseum, Dutch Ships in a Calm Sea, Willem van de Velde, c. 1665.

LA BATALLA DE 1637: el derribo del fuerte malayo

Este año dos galeones (el San Luis, como capitán y el San Ambrosio, como almirante), un patache, una galera que se acaba de fabricar en Filipinas, más una serie de pataches de carga, hicieron su entrada en las Molucas. La flota holandesa al ver la envergadura de los barcos se retiró de la entrada marítima de la isla hacia el fuerte Malayo. Sin embargo, los galeones españoles tras dejar asegurada su carga, acompañados por dos galeras, fueron en su búsqueda con el objetivo de abordar a los dos galeones enemigos (Wassenaer y Thoolen).

Los barcos holandeses quedaron atrapados entre la costa de Ternate y la flota española, viendo limitado su margen de maniobra y sin posibilidad de navegar a hacia otras islas. Durante las siguientes siete horas recibieron numerosas cargas de artillería española que incluso llegó a provocar grandes daños en las murallas del fuerte Malayo. Solo al llegar la noche cuando el general español ordenó la retirada al puerto del Rume de Tidore se puso fin a uno de los mayores ataques de artillería vistos en las Molucas.

Nationaal Archief, La Haya, Fuerte Malayo, Anónimo, 1651.

LA BATALLA DE 1642: el combate más largo

Tras varios años de ausencia, un galeón, el San Juan Bautista, volvió a comandar la flota de las Molucas. A diferencia de los años anteriores, donde la táctica se basó en sortear el bloqueo holandés, la presencia esta vez de buen galeón originó la batalla naval más larga de la historia de las Molucas.

Al norte de Ternate, un galeón holandés llevaba tres días esperando la llegada de la flota. Cuando la divisó, el galeón español tuvo que salir a su encuentro para permitir que el otro barco que integraba la flota hispana, un patache, llegase directamente a Ternate.

El combate se alargó durante dos días, registrando hasta tres envites diferentes.

En el primero el barco español logró dañar al galéon enemigo, pero no fue suficiente.

El segundo asalto se alargó toda la tarde. Durante cinco horas, desde las cuatro hasta las nueve, ambas naves se dispararon artillería pero no resultó definitivo. Al llegar la noche cesaron los disparos pero no las intenciones. El barco español encendió un farol para mostrar su intención de no retirarse.

Al amanecer, después de que los galeones permaneciesen juntos durante toda la noche, se inició el tercer y último combate, que se alargó durante todo el día. Finalmente, entrada la tarde, el galeón holandés muy dañado, con grandes pérdidas de agua y más de 60 muertos, intentó alcanzar el fuerte Toluco de Ternate. Durante toda su retirada fue perseguido y disparado por el galeón español. El San Juan Bautista, tras dos días de combate, alcanzó el puerto del Rume de Tidore.

Riksmuseum, Dutch Ships in a Foreign Port, Jan Abrahamsz. Beerstraten, 1658.