Batallas por tierra

En las pequeñas islas de las especias, españoles y holandeses fundaron un gran número de fuertes separados por escasos kilómetros de distancia. Durante todo el tiempo que duró en conflicto hispano-holandés en las Molucas (1606-1651), españoles y holandeses protagonizaron una guerra de posiciones: separados por escasos kilómetros, recluidos en sus fuertes, cualquier pequeña salida a por agua o leña, podía suponer ser atacado por soldados enemigos escondidos entre la espesa vegetación de la isla.

De entre todos los ataques vamos a destacar los hechos sobre el fuerte Malayo, la capital neerlandesa de las Molucas, fundada en 1607, tan solo un año después de la llegada española a las islas (1606). Su primera capital en Asia, solo reemplazada por la posterior fundación de Batavia en 1619.


LOS ATAQUES SOBRE EL FUERTE MALAYO

1607 EL COMBATE QUE LO PUDO CAMBIAR TODO

La llegada en 1607 de la flota holandesa al mando de Cornelius Matelieff supuso el establecimiento neerlandés en las Molucas. El almirante holandés aceptó la proposición ternate de fundar un fuerte en el pueblo de Malayo (sobre una pequeña colina, a 12 km al norte de la capital española establecida sobre la capital de la isla).

Los españoles intentaron impedirlo lanzando un ataque de 150 soldados sobre la nueva posición enemiga. Pero el ataque español fracasó, permitiendo desde ese momento que los holandeses dispusiesen de un puesto en Ternate. El apoyo local a los holandeses fue decisivo. Recelosos de la conquista española del año anterior, salvo su rey ( al que ya no reconocían, tras su exilio en Manila) nunca aceptaron la nueva soberanía hispana en su isla, prefiriendo pactar y ayudar a su gran rival europeo.

Los sucesivos años, con la llegada de nuevas flotas, Malayo (también llamado fuerte Orange) fue reforzado y ampliado, convirtiéndose en su capital en el norte de las Molucas y concentrado la mayor población de la isla. Actualmente, la capital y principal población de Ternate se sitúa en torno al antiguo fuerte Malayo.

Anónimo, 1621, COLLBN 002-09-022, Bodel Nijenhuis, Universiteitsbibliotheek Leiden, Países Bajos.Muestra de izquierda a derechas los siguientes fuertes: Calamata, Malayo (Ternate) y San Lucas del Rume (Tidore)

1629 Primer intento

En 1629 una incursión nocturna de 60 soldados al mando del capitán Alonso Serrano logró superar la primera barrera (una estacada de madera) del fuerte, matar a los soldados de los puestos de guardia y quemar el recinto. El ataque tuvo cobertura de artillería por parte de unos cañones españoles dispuestos en las cercanías del fuerte. Los holandeses tuvieron que salir del interior del fuerte para frenar el ataque, entre los soldados españoles destacamos a Antonio Pérez, al ser el primero en entrar en el recinto y llegar a alcanzar el tercer puesto de vigilancia.

Hubo muertos en ambos bandos (entre ellos un español apodado «pajarillo», que tras ser abatido por un arcabuzazo, fue decapitado y su cabeza puesta en la muralla para que pudiera ser vista por los españoles).

1632 emboscada en el exterior

El sargento mayor Juan González de Cáceres Melón y el capitán Rafael Home (Gómez) lo volvieron a intentarlo en 1632. Esta vez no fue como el anterior, fue una emboscada: los españoles escondidos cerca del fuerte, en la densa vegetación cercana atacó por sorpresa a una grupo enemigo junto a las estacada exterior. Tras una hora de combate, cuerpo a cuerpo, se retiraron hacia las posiciones españolas.

1635 Combate por prestigio

En 1635 el sargento mayor Marcos Zapata de Carvajal capitaneó un nuevo ataque de 200 soldados (más locales auxiliares) sobre los exteriores del fuerte Malayo. La llegada de refuerzos desde Manila hizo posible que los españoles decidieran llevar a cabo un ataque directo.

No fue una emboscada nocturna, ya que no se buscaba el efecto sorpresa. Eran conscientes de que no se iba a poder conquistar el fuerte Malayo, pero se quería demostrar antes los sultanes locales, que no había ningún miedo en atacar al tradicional enemigo europeo. No fue por tanto un combate por estrategia militar, fue más bien un combate siguiendo la tradición local: por prestigio.

Al llegar a las exteriores del fuerte, se avisó de la intención de enfrentarse en campo abierto en los exteriores del fuerte. La sorpresa esta vez fue del bando opuesto: desde la cercanas laderas del volcán salió una fuerza compuesta por 600 ternates y gilolos para comenzar el ataque. El combate terminó con la retirada ternate-holandesa. Los españoles se quedaron como dueños del rosado del Malayo (la pradera que rodeaba la entrada principal del fuerte). El objetivo se había cumplido: una victoria de prestigio que reafirmaba el valor español ante los pueblos de las Molucas, y lo que era más importante, ayudaba a evitar futuras rebeliones locales.

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1642 la 2ª victoria en el rosado del malayo

En marzo de 1642 el sargento mayor Pedro Figueroa de Pardo, acompañado por el capitán Bernabé de la Plaza comandaron una fuerza de más de 300 soldados distribuidos en cuatro compañías: dos españolas, una filipina y otra de mardicas (molucas cristianizados que aceptaban la soberanía española).

Los atacantes se dividieron dos grupos: el principal que iniciaría el asalto desde la costa, y un segundo grupo, emboscado en la montaña, que actuaría después aprovechando el factor sorpresa, además de cubrir la retaguardia española.

El combate discurrió en los exteriores del fuerte. Por dos ocasiones los españoles rechazaron las cargas enemigas. La muerte del líder militar ternate, el sangaje Cudabez (decapitado en el combate por el alférez Manuel Correa, quien entregaría su cabeza al máximo responsable español de las Molucas el día después de la batalla) originó la retirada ternate hacia el interior de las murallas, quedando los españoles como dueños del rosado.

1649 LA ÚLTIMA GRAN BATALLA DE LAS MOLUCAS

El último enfrentamiento militar entre españoles y holandeses en las Molucas se dio el 18 de julio de 1649, año y medio después de la firma de la Paz de Muster en Europa, y seis meses con retraso de su supuesta aplicación en Asia.

Pedro Fernández del Rio, gobernador de las Molucas, después de recibir los refuerzos desde Manila, queriendo anticiparse a lo que él pensaba un ataque enemigo, ordenó al sargento mayor, Martín Sánchez de la Cuesta, que junto a 150 españoles acompañara a la fuerza de 500 soldados que el sultán de Tidore, Cachil Zayde, había reclutado entre los locales de las Molucas.

Desde el fuerte Malayo se ordenó responder 300 ternates respaldados por 124 soldados holandeses. (el sultán de Tidore los cifra en 500 ternates más 200 mindanaos).

Después de una hora de combate en los exteriores del fuerte, tras sufrir 18 bajas, entre ellas la del capitán holandés, se ordenó la retirada dejando a la escuadra hispano-tidore como dueña de los exteriores de Malayo.

Tras casi cinco décadas de combates hispano-holandés en las Molucas, este combate cerró el ciclo bélico de los europeos en las islas. Esta última batalla además se hizo al modo local, combatiendo cuerpo a cuerpo, secundado los deseos de sus tradicionales aliados.

Riksmuseum, Amsterdam, Ratificación del Tratado de Münster, Gerard ter Borch , 1648