Historia

El pasado español en las Molucas

La soberanía española en la islas Molucas, a día de hoy, todavía es desconocida tanto en Molucas como en España. Aunque no relativamente larga (1606-1663) fue intensa y compleja. Para asegurar el control de un territorio tan alejado de Manila se debieron destinar muchos recursos a través de la creación de una nueva flota (el Socorro del Maluco) que todos los años, sin ausentarse ninguno, partió desde Manila para llevar soldados, armas y dinero (pesos de plata, el famoso real de a ocho) a las Molucas. Se construyeron numerosos fuertes, se visitaron nuevas islas y se tejieron nuevas alianzas con pueblos que todavía, aunque levemente, conservan huellas de esa experiencias (tanto en la toponimia, como en su folclore o en su lenguaje). Esta web trata de explicar este periodo e intenta poner luz en uno de los episodios más desconocidos de la historia española. Lejos de ser una experiencia aislada y discontinua, durante más de seis décadas los dominios españoles en Asia no acababan en el sur de Mindanao, si no que se extendieron hasta la actual Indonesia, donde se estableció una frontera que, olvidada a día de hoy, por su singularidad y complejidad, merece ser conocida.

Las islas del clavo

El clavo de olor era una especia endémica del norte de las Molucas muy demandada en Asia y Europa desde la antigüedad. Valorada y apreciada por sus usos gastronómicos y medicinales, esta especia ya era conocida en Europa desde la época romana, mientras que en China se documenta su uso desde el siglo I a.c.. Las laderas volcánicas de cinco pequeñas islas del norte de las Molucas eran el único lugar del mundo donde crecían las claveras o árboles de clavo (Syzygium aromaticum). Sus botones florales se recolectaban antes de su apertura para ser secados al sol (cuando obtenían su característico color pardo-rojizo) y de este modo obtener el preciado producto: el clavo de olor. Conseguida la especia, ésta pasaba a ser vendida a los distintos comerciantes asiáticos que acudían al norte de las Molucas. Desde allí, a través de las costas de Java y Borneo, llegaba a la península malaya, centro del comercio asiático, para ser distribuida al resto de Asia y Europa. Los locales no prestaban especial atención a su cultivo, ya que las claveras crecían de forma natural y abundante en las faldas montañosas de sus volcanes. La recolección además era doble, dándose dos veces al año, en junio y en diciembre. Su privilegiada situación geográfica hacia de estas pequeñas islas ecuatoriales uno de los centros económicos más importantes del mundo.

El clavo solo nacía de forma natural en las pequeñas cinco islas del norte de las Molucas:

Ternate

Tidore

Motir

Maquián

Baquián

Enumeradas de norte a sur, de las cinco, Maquián (o Machan), pese a ser la cuarta en tamaño, era la que albergaba las mejores producciones de clavo.

Durante el siglo XVI, locales del sur de las Molucas consiguieron con éxito transplantar claveras a dos regiones más meridionales del archipiélago de las Molucas: las islas de Ambon y Seram (Hoamoal).

Las Molucas tuvieron la exclusividad mundial de la producción de clavo hasta finales del siglo XVIII, cuando comerciantes ingleses y franceses consiguieron transplantar con éxito claveras a Mauricio, Sri Lanka y Sumatra (operación que también se volvió a repetir a inicios del siglo XIX en Zanzibar y Madagascar).

Mapa izquierda; De norte a Sur: Ternate, Tidore, Palau Mare, Motir y MaquiánMapa derecha: en la parte inferior izquierda se muestra Baquián (la mayor del conjunto de islas)

El largo camino a Europa

Desde las Molucas, el clavo era llevado en embarcaciones locales, generalmente malayas y javanesas, hasta la península malaya donde se encontraba el gran centro comercial del sur de Asia: Malaca.

Desde Malaca, vía la India, el clavo era transportado hasta los puertos del Mediterráneo Oriental, a través de las rutas de Persia, del golfo Pérsico y del Mar Rojo llegando a ciudades como Tabriz, Alepo, Damasco, Alejandría o Constantinopla, lugares donde acudían los comerciantes venecianos, genoveses y catalanes para hacerlo llegar a los principales mercados de Europa.

Esta larga ruta, a través de una gran número de intermediarios provocaba que el clavo adquiriera un alto valor de compra en Europa.

La via portuguesa

Como hemos visto la llegada del clavo a Europa se hacía a través de una largar ruta comercial y un gran número de intermediarios, lo que repercutía en un alto precio de venta final. A inicios del siglo XV, el clavo se compraba en Venecia un 70% más caro que en los puertos del Mediterráneo Oriental, diferencia que fue aumentando durante el siglo (influenciada por la expansión otomana) llegando a finales de la centuria a alcanzar una diferencia de más del 200%. La toma otomana de Constantinopla (1453) y Alejandría (1517) impulsó la búsqueda de rutas alternativas de acceso a la especias.

Portugal, gracias a su privilegiada posición geográfica y, especialmente, al impulso de su rey Don Enrique el Navegante (1394-1460) quien, gracias a la fundación de la «escuela de Sagres», lugar de reunión de cosmógrafos, marinos y cartógrafos, inició la búsqueda de nuevas rutas de navegación al sur del Atlántico buscando llegar a Asia rodeando el continente africano.

En 1487 Bartolomeu Dias consiguió doblar por primera vez el cabo de Buena Esperanza (al que llamó cabo de las Tormentas) divisando por primera vez el Océano Índico. Diez años después, en 1497, una flota al mando de Vasco de Gama zarpó de Lisboa con el objetivo de llegar a la India. El 20 mayo de 1498 la flota consiguió llegar a Calicut, en la costa de Malabar, el centro comercial indio más importante en el comercio de especias. Portugal había conseguido crear una nueva ruta de acceso directo a Asia. El monopolio europeo de las especias que hasta ese momento se encontraba en manos de venecianos y musulmanes acababa de ser superado.

Tras la India, el siguiente objetivo portugués fue Malaca. En 1511 una flota al mando de Alfonso de Alburquerque (en la que se integraba Fernando de Magallanes) consiguió la conquista del centro comercial más importante del sur de la India. La toma portuguesa de Malaca abrió a los portugueses el camino directo a las especias de las Molucas. Tan solo un año después, en 1512, Francisco Serrao (gran amigo de Magallanes) siguiendo las rutas tradicionales asiáticas que costeaban el norte de Java, lograba llegar a Ternate, convirtiéndose en el primer europeo en conseguirlo.

Aunque unos años antes a esta llegada, entre 1502 y 1508, el viajero boloñes Ludovico di Varthema protagonizó un viaje por el sur de Asia, visitando las islas de Sumatra, Borneo y Java. El italiano en su relación aseguró haber llegado a las Molucas (a las que llamó Moloch). Sin embargo, su breve descripción y la falta detalles sobre ellas nos hace poner en duda su presencia real en el norte del archipiélago: en Tidore y Ternate. Su testimonio está disponible en la colección digital de la Biblioteca Nacional:

Itinerario de Ludovico de Varthema bolognese ne lo Egypto, ne la Suria, ne la Arabia deserta & felice, ne la Persia, ne la India, & ne la Ethiopia. La fede el viuere & costumi de le prefate provincie. Et al presente agiontoui alchune isole novamente ritrovatte, Heredi de Georgio di Rusconi, Venecia, 1522.

bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000001056

La llegada portuguesa a Ternate (1512) y la posterior española a Tidore (1521) fue el inicio de las guerras ibéricas en el otro extremo del mundo. Los portugueses tras circunnavegar África, cruzar el Índico y el mar de Java, llegaban a unas islas para enfrentarse a unos españoles que venían de atravesar el inmenso mar del Sur (océano Pacífico), habiendo antes dejado atrás el Atlántico. La firme oposición portuguesa en las Molucas, bien abastecidos desde sus bases en Goa y Malaca, impidió el proyecto español de establecerse en las Molucas. Carlos I reconoció la situación en 1529 con la firma del Tratado de Zaragoza, cuando cedió a su homólogo luso, Juan III, sus derechos sobre las islas de las especias.