Siglo XVII

LA CONQUISTA Y EL ESTABLECIMIENTO FINAL

Antes de que finalizara el siglo XVI un nuevo actor hizo su aparición en las islas Molucas: las Provincias Unidas. Los territorios rebeldes de los Países Bajos, siguiendo el modelo portugués de llegada a Asia, consiguieron llegar a las islas de las Especias. En 1599 Ternate vió fondear al primer barco holandés en sus aguas. Su sultán, tras haber conseguido salvar todas los intentos de conquista ibéricos intentados sobre su isla hasta ese momento, vio en el nuevo poder europeo al aliado perfecto para frenar a los españoles de Manila.

Los holandeses, conocedores de las importancia económica de hacerse con un acceso directo a los especias, no dudaron en su puesta asiática. Todos los años, desde sus puertos del mar del Norte, partieron flotas para firmar alianzas con diversos reinos asiáticos y desplazar a los portugueses de sus privilegiada posición en Asia. Entre los años 1595 y 1602, fueron 65 los barcos que partieron destino a Asia. La iniciativa privada de los grandes comerciantes neerlandeses plasmada en la creación de diversas compañías comerciales tuvo su apoyo y estrecha colaboración de las autoridades de las Provincias Unidas.

La creación de la VOC en 1602 (Verenigde Oost-Indische Compagnie / Unión de Compañias de las Indias Orientales) supuso el gran avance y el punto clave en esta política.

La fusión de todas las compañías comerciales de sus diferentes provincias, creó una gran estructura económica y política (ya que contó con el apoyo de las autoridades holandeses, obteniendo la concesión de importantes atribuciones públicas como la firma de alianzas o la fundación de fuertes).

LA EXPEDICIÓN IBÉRICA DE 1603

La irrupción holandesa en Asia creó un gran impacto en Manila. Se hacía necesaria una estrecha colaboración con Portugal para intentar frenar su avance. Las Molucas estaban en peligro de caer en manos del enemigo europeo. Manila y Goa decidieron organizar una gran expedición conjunta que lograse la tan ansiada toma de Ternate. En 1601, desde Goa, había partido André Hurtado de Mendoza al mando de una flota de 1500 personas destino Ambon buscando anticiparse a la llegada de una posible flota holandesa. En 1602 desde Ambon, el portugués envió emisarios a Filipinas pidiendo al gobernador Pedro Bravo de Acuña la puesta en marcha de una flota española para que conjuntamente, españoles y portugueses, intentasen abordar la toma de Ternate.

Desde Filipinas partió Juan Juárez de Gallinato, veterano militar español, al mando de una flota de casi 400 personas. Llegados a Molucas en 1603 contaron con la ayuda del sultán de Tidore, siendo su isla el lugar de encuentro de todas las fuerzas ibéricas. El 3 de marzo, 420 soldados distribuidos en cuatro compañías ibéricas desembarcaron en el puerto de Talangame de Ternate. La complicada orografía de la isla hizo que emplearan dos días en cubrir por tierra los más de 10 kilómetros que separaban el principal puerto de la isla del fuerte del sultán (actual Kastela). En las cercanías de las murallas establecieron la artillería para iniciar lo que se preveía un fácil asedio. Sin embargo, la artillería no fue efectiva: las buenas defensas locales (reforzadas con ayuda holandesa) hizo que el éxito de la misión pasase por un intento de asalto. El 21 de marzo, ante la dificultad de lograrlo, el general luso Hurtado de Mendoza, convocó una junta para proponer la retirada. Entres sus argumentos: la buena defensa local, la escasez de pólvora ibérica, el tibio apoyo de Tidore y sobre todo, el temor a la llegada de un gran flota neerlandesa que les atacase por la espalda. Los mandos españoles rehusaron la retirada: si todos estos problemas solo iban a aumentar según se prolongara el asedio, la solución pasaba por llevar a cabo un gran asalto antes de la posible llegada de la flota holandesa.

Hurtado de Mendoza, cansado y excusándose en la falta de efectivos (recordemos que llevaba dos años de expedición tras su salida de Goa en 1601, habiendo sufrido un gran desgaste, especialmente durante su paso por Ambon) decidió levantar el asedio y partir de regreso a Malaca. Los españoles, sin el apoyo luso, emprendieron también el regreso a Manila.

Vista de la isla de Tido- re con navíos holandeses, portugueses Anónimo, 1601: Gezicht op Tidore, Karlsruhe, Badische Landesbibliothek, colección Artus Gijsels, K 499b, fol 2.

Panorámica de la costa este de Tidore Anónimo, 1601, colección Artus Gijssels, K 499b,, Badische Landesbibliothek, Karlsruhe.

En esta ilustración se aprecia la situación de la costa de Tidore a inicios del siglo XVII, De distingue la presencia de barcos neerlandeses, barcos portugueses y españoles, además de caracoas locales (embarcaciones a remo típicas de las Molucas).

La expedición de Pedro de acuña

de 1606:

la conquista definitiva

El fracaso de 1603 tuvo su oportunidad de revancha. Esta vez sería, para evitar que se repitiese la acontecido durante asedio, sería necesario contar un mayor número de fuerzas y que además estuvieran comandadas por el gobernador de Filipinas en persona. Pedro Bravo de Acuña. Llegado a Manila en 1602, tras recibir la orden directa del Consejo de Indias de encabezar la expedición, una vez que recibiese el último contingente de refuerzos enviado desde España, decidió poner en marcha la mayor operación militar española vista hasta el momento en territorio asiático. A diferencia del intento anterior, esta vez la expedición sería completamente española.

El puerto de Otón (Iloilo), en la isla de Panay, asistió durante el invierno de 1605 a la mayor concentración de barcos y tropas vista gasta el momento en aguas filipinas: 37 barcos y 3095 personas

5 navíos grandes, 6 galeras, 4 galeotas, 4 funcas, 2 champanes, 2 lanchas inglesas y 14 fragatas .

1.423 soldados españoles distribuidos en 12 compañías de infantería (4 levantadas en Andalucía, 6 en Nueva España y 2 en Filipinas) .

Completando las tropas españolas, se reclutó entre la población pampanga y tagala a 344 soldados, 649 remeros y 620 para tripulación y tareas auxiliares.


Leonardo Bartolomé de Argensola, Conquista de las islas Molucas, 1609.

Naos:

Jesús María (capitana, 800 toneladas, al mando de Juan de Urbina)

Nª Señora de la O (almiranta, 160 Carranza)

Nª Señora de la Concepción (260 toneladas comandada por Nicolás de la Cueva)

San Ildefonso (150 toneladas al mando de Antonio Carreño Valdés)

Santa Ana (100 toneladas al mando de Pedro de Irala).

Galeras:

la capitana donde iba Pedro de Acuña

la patrona de 24 bancos

la Purificación de 19 bancos

la San Ramón de 14 bancos.

Fragatas:

10, 4 propiedad del rey (tres procedentes de Camarines), transportando 5900 cestos de arroz, y 6 de particulares (transportando a los soldados pampangos y otros 6200 cestos de arroz).

Galeotas:

San Luis de 13 bancos

Napolitana de 8 bancos

más 3 portuguesas

el bergantín San Agustín, 1 chata (para desembarcar la artillería), 4 funcas (juncos para transporte de bastimentos) y 2 lanchas inglesas.


INFANTERÍA

12 compañías españolas con los siguientes capitanes:

Juan Tejo

Pascual de Alarcón

Pablo Garucho de la Vega,

Lucas de Guevara (Vergara),

Pedro Sevil de Griqua,

Esteban de Alcázar,

Martín de Esquibel,

Rodrigo de Mendoza,

Pedro Delgado

Bernardino Alfonso,

Cristóbal de Villagrá,

Juan Guerra de Cervantes y

4 compañías pampangas con sus capitanes:

Don Guillermo, maestre de campo con 180 soldados,

Don Francisco Palaut con 89 soldados,

Don Agustín Lonot con 66 integrantes,

Don Luis con 47 soldados,

1 compañía de 36 soldados tagalos capitaneada por Don Juan Lit.

COLÍN, F., Labor Evangélica, Ministerios Apostólicos de los Obreros de la Compañía de Jesús, Fundación y progresso de su provincia en las Islas Filipinas. Ed. Padre Pablo Pastells, Barcelona, 1904 (Pablo Pastells en su edición de la Labor Evangélica del padre Colín nos detalla la flota)

Tras un reagrupamiento de toda la flota de conquista en el puerto del Rume de Tidore, al amanecer del 1 de abril de 1606 se desembarcó en el puerto de Talangame de Ternate. Dada la estrechez de camino de la costa, para evitar posibles emboscadas, se decidió subir las laderas costeras y avanzar por el interior, hasta llegar a las inmediaciones del fuerte y establecer los que se suponía iba a ser un largo asedio.

La experiencia acumulada en los intentos anteriores aconsejaba evitar a todo costa esta situación. Un largo asedio suponía la posibilidad de una gran desgaste físico (extensión de enfermedades, gasto de recursos y falta de víveres) por lo que se decidió acometer un asalto rápido concentrando un gran número de tropas (800 soldados) sobre una sección de la muralla. La táctica funcionó. También ayudó la estrategia local al lanzar fuera de sus murallas un fuerte ataque preventivo que al fracasar permitió a las fuerzas españolas, siguiendo su retirada, superar su muralla por el único sitio posible: el franco oriental. La capital, enclavada entre una costa de poca profundidad (que impedía fondear a las grandes naves) y las faldas del volcán Gamalama fue tomada en una operación relámpago. Al mediodía del 1 de abril de 1606 los españoles saquearon la ciudad que llevaba resistiendo desde 1575 (el gobernador había autorizado previamente el saqueo durante los cuatro primeros días).

El sultán, al comprobar como los españoles habían superado la muralla decidió embarcarse y poner rumbo a la costa de Halmahera. Gamalama, capital del sultanato de Ternate y antiguo fuerte portugués de São João Batista (1522-1575) se convertía desde el 1 de abril de 1606 en el fuerte-ciudad de Nuestra Señora del Rosario (en honor a la imagen de la Virgen del Rosario, una talla de marfil que el gobernador Pérez Dasmariñas había regalado a la iglesia de Santo Domingo de Manila), la capital de las Molucas españolas. Los españoles durante la escala en Iloilo (Panay) habían fundado la cofradía de la Virgen del Rosario con la promesa que bautizarían con el nombre de la Virgen a la primera ciudad española fundada en las Molucas. Acababa de nacer la también será conocida para los castillas o kasikelas (es así como llamaban los locales a los españoles) como Ciudad del Rosario, la capital de las Molucas españolas.

Nuestra Señora del Santísimo Rosario de de La Naval de Manila (1593)

Iglesia de Santo Domingo, Quezón, Manila.

Todos los años, durante el segundo domingo de octubre, en conmemoración de la "Naval de Manila", la victoria española sobre el intento de invasión holandesa de Manila de 1647, se saca a la Virgen en procesión para agradecerle su protección durante el ataque. Esta imagen de la virgen de finales de 1593, fue la que en 1606, los españoles se encomendaron para el éxito de la conquista de Ternate.

La Virgen del Rosario muy vinculada a los dominicos (además también según la tradición católica a ella se encomendó la Liga Santa en la batalla de Lepanto), porta al niño Jesús, cada uno de ellos llevando un Rosario en la mano,